Blanca apuesta

Poner todas las fichas en el blanco cuando pensamos en el baño, siempre resulta una apuesta triunfadora. Y es que este color aporta luminosidad y aumenta la sensación de espacio (que aquí generalmente escasea), potencia además los elementos de diseños (grifería, tina, lavamanos, iluminación) y le da vigor a las otras tonalidades. Su neutralidad además no restringe ningún complemento (toallas, velas, jaboneras) y se ve siempre limpio, lo que obviamente se agradece, sobre todo en este lugar.

Aunque el uso en exceso de este color suele asociarse a una decoración de estilo nórdico con toques minimalistas, la realidad demuestra que existe todo un universo de posibilidades donde los límites los marca el propio gusto personal. Desde ultra moderno hasta campestre y rúsitico, el blanco permite todo tipo de posibilidades, sólo depende del equipamiento, los materiales, los muebles y los accesorios que se escojan.

Por ejemplo, una gran compañera del blanco en los baños es la madera en tono natural la que le otorga calidez y color; otro gran aliado es el mármol, que con su veta, brillo y textura multiplica la sensación de pulcritud y sofisticación. El blanco es un amigo inseparable de los baños pequeños, donde idealmente los toques de color sólo están dados por la decoración. Plantas, cuadros, espejos y flores también son un gran recurso para romper con la monotonía. Pero no hay que olvidar que el blanco contiene toda la gama de tonos básicos: ¿recuerdan el experimento del círculo de colores que al girar rápidamente sólo aparece el blanco? Así que el color de la claridad máxima y la oscuridad nula por excelencia está siempre abierto a probar, atreverse e inventar. 

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Nota: Sofía Aldunate  / Foto: Pinterest